Ruta realizada el Miércoles 26/10/2022
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe
Reproductor audio crónica:
Tercer día de la excursión otoñal.
Volvemos a tocar diana a las 8h, pero los soldados viejos no necesitan corneta, se dejan caer a la zona del rancho antes de la hora.
Tenemos cogido el punto a los desayunos y ya nos sale todo seguidito, sin tropezar unos con otros y repartiendo tareas hasta donde las dimensiones de la encimera lo permite. Unas tostadas sujetando aceite y tomate, cafés y leche al gusto, incluso algo de fruta, de lujo.
Guardamos unas viandas en las mochilas y salimos a por el pan, que hoy toca senderismo. Bueno, lo del pan nos entretiene un poco más ¡está cerrado! Llamamos por teléfono y nos contesta una señora que dice “me visto y en dos minutos estoy” Eso sí que es servicio y ganas de agradar.
Mientras llega tomamos unos cafés en un bar del pueblo, que no creo que haya tenido muchos más parroquianos en toda la mañana. Nos cuenta que tiene de todo menos patatas bravas, que los callos los va a hacer ahora, porque tiene ya hechos, pero no pican. El cartel también ofrece chipirones, morcilla y caracoles, pero sobre eso no quise indagar más. Eso sí, avisa que de 3 a 6 cierra, se ve que no espera mucho follón a la hora de las comidas…
¡ya llegó la panadera! ¡menudo es el pan de Meano! La panadería la fundó su abuelo y vende a toda Vitoria. Después montaron unas cámaras, hormo y máquinas de seis o siete millones. Vino un maestro panadero de Alcoy a analizar el proceso y definir temperaturas, tiempos y medidas. Troquelaron las bandejas y registraron el nombre, para que se sepa quien hace el pan para casi toda la provincia… Alfredo mira aburrido, Félix la da algo de coba y salir de allí con tres barras nos ha costado veinte minutos ¡y qué!
Echamos a andar, que la ruta es larguita y promete ser entretenida, abandonamos el pueblo por el cementerio y Alfredo cae en que lleva las zapatillas de estar en casa o paseo urbano. Le animamos a que vaya a cambiarse y nos quedamos de tertulia con los fiambres del pueblo (no confundir con los de la mochila). Podemos comprobar que los muertos son pocos, que la mayoría se mueren de viejos y que debe haber una consanguineidad de cojones, porque más de la mitad se apellidan Domaica, igual que la panadería.
Se une Alfredo con la herradura correcta y nos echamos al monte en distendida tertulia, que si la teoría de cuerdas, que si los billares de mi barrio, geopolítica historicista, algo de mili, lo normal, superyayada a tope.
El caso es que el paisaje mola, encina y roble al principio, ejemplares de buen porte, mucha lavanda y tomillo por lo bajo, alguna retama de porte medio y, de repente, giramos en sufrida cuesta y vamos cambiando al paisaje de hayas salpicado de acebo, que nos acompañaría la mayor parte del camino. Camino que se las trae, que va cogiendo altura e inclinación, sin miramiento ni respeto a nuestras canas, que acorta los diálogos y acelera los jadeos, que humilla nuestra vista llevándola al suelo y que levanta ese suelo hasta nuestras narices, en pendientes de 45º, que podríamos tocar estirando la mano, sin perder la verticalidad de la columna. Una pasada, menos mal que es un tramo delimitado y luego volvemos a la moderación.
Mucho camino, muchas hayas, muchas cuestas después nos cruzamos con tres que van por allí de lo mismo, ruta diferente a la nuestra, pero de la misma idea, luego con el viejo de las setas, que dice que es mal año, y un par de chavales más cuando ya apuntamos hacia la ermita de San Tirso, que van de bajada.
Las hayas se apartan un poco para dejar sitio al dominio del boj. Menos porte, más duro y sufrido. Senderito final hasta la ermita. Esas manías que tienen de subirse tan alto para rezar al santo. Me gustaría tener un relato fiel de cómo se llega a la idea de poner una figura de piedra al resguardo de una roca, construir una pequeña bóveda de protección y crear así una sala con velas y candelabros para dar culto a una fe, una creencia, una tradición, un alivio al miedo existencial que nos caracteriza a los humanos.
En esas estábamos cuando llegan otros tres montañeros, de Logroño, a interrumpir nuestro místico recogimiento. Que si lo bonito son las crestas, que si la trepada no es nada, que se hace en un momento.
Pues eso, que creí que me iba a evitar echar las manos al suelo, pero no, hay que subir, que agarrarse a la piedra y tirar para arriba. Subo, sí, pero no me mola, recorro el sendero junto al barranco, pero no disfruto, me asomo al balcón del precipicio al otro lado, pero no tranquilo. Mira, que la última roca os la regalo, que la perdono, que me vuelvo… Así que allí estuve, de charleta con los de Logroño hasta que bajaron éstos.
Estupendos montañeros y también ciclistas, nos hicieron unas fotos e informaron sobre sus blog de rutas, que ameritan una detallada visita para los que hoyen aquellas tierras:
http://montesyarquitectura.blogspot.com/
https://montesdos.blogspot.com/
https://paseosbtt.blogspot.com/
La comida fue a base de bocatas, con el famoso pan de Meano, las conservas pijas de Laguardia y el valle infinito ante nosotros, por el que planean unos buitres majestuosos. Nosotros celebrando la vida y ellos pendientes de las muertes.
Emprendemos la vuelta castigando las rodillas por la prologada bajada, pero disfrutando del bosque de hayas y de un tiempo veraniego que nos deja ir en manga corta y agradeciendo la sombra.
Más camino, más charla, subida para cambiar de vertiente y derechitos a Meano con los deberes hechos.
Los bares están cerrados, como prometían, así que el café nos lo tomamos en casa.
Por la noche cena en Viana. Bonito pueblo. Lo cogemos ya con poca luz y no podemos disfrutar de la visita en detalle.
Vistazo general a la muralla, restos de la iglesia de San Pedro, Ayuntamiento e iglesia de Sta María de la Asunción, donde escuchamos el final de un coro de damas locales que salen prontas y se van a preparar la cena -digo yo-. Nos ofrecen la bendición, si somos peregrinos… Salimos caminando sobre la tumba de Cesar Borgia y vamos a un hotel del pueblo a disfrutar del mejor menú que se ofrece ¡no hay otra opción de cena en toda la villa! Constatamos que España sigue vacía, al menos de lunes a viernes.
Otras fotos: Link Álbum
Visionar fotos y videos del Álbum de Google en el mapa: ver fotos
4 comentarios en “Meano – San Tirso”
Los comentarios están cerrados.
Precioso el relato. Enhorabuena
Es un espectáculo ver las dos vertientes de Navarra y Álava desde la cornisa que las divide. No hizo viento lo que nos permitió contemplarlo tranquilamente e incluso grabar con el drón.
Pepe, podías meter alguna foto o mejor aún vídeo del drón.
Estupendo relato Pepe. No me esperaba encontrar un bosque lleno de bojs, acebos y tejos, por no hablar de los hayedos. El encuentro con los logroñeses nos vino muy bien, animándonos a subir para disfrutar de todo el cresterio. Una gozada de día con la guinda de Viana.
Como siempre una crónica muy amena y divertida de Pepe, para ser una ruta para desengrasar conseguimos trasladar las agujetas y tirones a otros músculos y desear montar en bici en la próxima salida.
No has comentado nada del perro cabra que todavía no me explico como se bajó el escalón de piedra.
La comida basada en bocata de mejillones y bonito estuvo deliciosa , gracias a la sugerencia de Pepe.